Maryocu Machi
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Mensaje por Ser supremo Miér Mayo 26, 2010 1:30 pm

El origen de los mundos
Antes de que ningún otro mundo existiera, diez dioses distintos convivían en un único mundo:Welt der Götter. Entre ellos reinaban la paz y la igualdad, y uniendo sus poderes consiguieron crear un mundo perfecto. No había guerras ni problemas de ningún tipo, y no se sentían solos porque se tenían los unos a los otros.
Esta paz en la que convivían se vio afectada cuando Liin intentó reinar sobre todos, alegando que ella era la más fuerte y, por tanto, debía ser la líder de todo. Los otros dioses no estuvieron de acuerdo con ella, por lo que discutieron durante años sobre quién era el más fuerte y qué poder era el más útil.
Como no llegaban a ningún acuerdo, decidieron crear unos juegos en los que demostrarían sus cualidades en diversos campos, a los que llamaron “Jokoak”. Este intento de resolver la disputa de forma pacífica trajo consigo más violencia de la deseada, ya que todos hicieron trampas para poder ganar y así convertirse en los líderes de todo.
El ansia de poder y los múltiples engaños erosionaron durante años su sólida amistad, haciendo que, finalmente, se desatara una guerra que duró siglos. Dicha guerra destruyó Welt der Götter por completo, pero no consiguió acabar con ninguno de los diez dioses, por lo que optaron por separarse y crear cada uno su propio mundo.
Crearon diez mundos con diez portales, y todos ellos daban al mismo lugar: el ahora destruido Welt der Götter, en el cual quedó la esencia de cada uno de los diez dioses que ahora tenían su propio mundo. Insatisfechos con su nueva creación, decidieron crear también una raza propia de cada lugar, para así sentirse menos solos y poder gobernar sobre alguien.


Adara, Hiria y los ciudadanos.
El destruido Welt der Götter estaba saturado de la esencia de cada dios y el poder liberado durante la guerra. Con el paso de los años, tanto la esencia como el poder de cada dios se fue acumulando, hasta dar lugar a un solo ser: el llamado Adara. Tenía el aspecto de una mujer humana, pero las cualidades de cada uno de los dioses y la capacidad de utilizar magia.
Con la ayuda de numerosos hechizos de construcción y el paso de los años, consiguió crear una pequeña ciudad en el devastado terreno donde antes se encontraba Welt der Götter, la cual fue bautizada como Hiria. Estaba formada por unas cuantas chozas y varios huertos, en los cuales sobresalía el cultivo de calabazas.
Como los portales de cada mundo permanecían siempre abiertos, varios ciudadanos decidieron trasladarse a Hiria, donde nadie los trataría mal ni mandara sobre ellos. Poco a poco, Hiria se llenó de habitantes, hasta el punto de no haber chozas suficientes para todos. Adara decidió enseñarles los hechizos de construcción para que, entre todos, pudieran mejorar y ampliar Hiria .
Los habitantes de Hiria vivían felices, pero con el miedo a que vinieran habitantes de otros mundos a por ellos, porque sabían lo infelices y violentos que eran todos allí fuera. Al encontrarse allí todos los portales, se había convertido en una especie de mundo conector, que unía todos los otros mundos entre sí, lo que aumentaba más el miedo de los ciudadanos.


La Gran Guerra
Cuando la población de Hiria se hubo asentado y formado núcleos familiares, los líderes de los otros mundos vieron a éste como una posible amenaza, ya que la mayoría de sus habitantes se marchaban allí o simplemente soñaban con que llegara el día en que lo hicieran. Aparte de este miedo de perder lo que les había costado tantos siglos construir, seguían queriendo gobernar sobre todo, ya que ahora, como había nuevas razas y millones de habitantes en cada mundo, tenían más ansia de poder.
Finalmente, tras siglos de entrenamiento obligatorio para cada raza, excepto para los habitantes de Hiria, se desató la llamada Gran Guerra. Ésta se desarrolló en lo que todos consideraban territorio sagrado, pero que a la vez merecía ser destruído: Hiria. Ya que, aparte de suponer una amenaza para los otros mundos, al conectarlos a todos entre sí era el campo de batalla perfecto.
La guerra duró 365 años y, conforme pasaba el tiempo, los habitantes de cada mundo estaban más convencidos de que solo ellos merecían vivir y gobernar sobre todos los mundos. Aunque en realidad quienes iban a gobernar eran sus líderes, pensaban que eso era mejor que dejar que hubiera otras razas viviendo ahí fuera.
Los habitantes de Hiria fueron los que peor lo pasaron durante la guerra, ya que no estaban preparados para tal amenaza. Además, aparte de defenderse y luchar, tenían que defender su mundo para que no lo destruyeran otra vez, al igual que debían restaurar todo lo que la guerra había dañado. Finalmente, a pesar de todo su esfuerzo, Hiria quedó reducido a escombros y campos de calabaza, y sus habitantes no podrían restaurarlo hasta que la Gran Guerra llegara a su fin.


El pacto
Tuvo que ser Adara quien pusiera fin a esta terrible guerra que ya estaba afectando gravemente a toda la población de cada mundo: después de que Hiria hubiera sido destruido, algunos siguieron luchando en él, pero otros se colaron en los demás mundos para así destruirlos poco a poco.
Adara poseía la capacidad de reproducirse ella sola, y sus hijas llegaron en el peor momento posible. Con dos hijas a las que proteger y un mundo que reconstruir, decidió que tendría que llegar a un acuerdo con todos los líderes para establecer la paz entre mundos. Ésta no sólo favorecía a Hiria y Adara, ya que habían llegado a un punto en el que la guerra estaba causando enormes daños a cada uno de los mundos.
Después de reunirse con todos los líderes, decidieron que cada uno sellaría el portal de su mundo desde dentro, para que nadie pudiera abrirlo desde fuera y así no se iniciara una nueva guerra. Mientras cada líder ordenaba la retirada, Adara creó un hechizo especial para sellar cada uno de los mundos.
Como Hiria estaba conectado con todos, Adara tuvo la peor tarea de todas, ya que debía sellar diez portales desde dentro. Para llevar a cabo esta tarea, creó un hechizo especial, mucho más fuerte que cualquiera de los otros, que tendría la capacidad de sellar todos los portales a la vez. Como estaba formada por la energía y poder de cada uno de los dioses, era la única que podría llevar a cabo esta misión, pero tuvo que sacrificar su vida y su energía para poder proteger su mundo y a sus hijas, aunque éstas quedaran huérfanas.



Maryocu Machi
Al sacrificarse por su mundo, Adara se desintegró, quedando reducida a un montón de cenizas cuyo aspecto recordaba a la purpurina. El lugar en el que quedaron esparcidas era exactamente el centro de Hiria, uno de los pocos lugares donde no había escombros. A pesar de que ya no quedaba ni un solo campo de calabazas ni un metro cuadrado de tierra fértil, las cenizas de Adara fueron absorbidas. Los ciudadanos de Hiria consideraron éstas como un último regalo, ya que devolvieron la fertilidad a las tierras, dejando una calabaza gigante, con una llama en su interior, justo en el lugar donde sus cenizas habían sido absorbidas.
Circularon numerosas leyendas sobre esta calabaza, como por ejemplo que la llama era el espíritu de Adara, que cuidaba de los ciudadanos; que representaba la vida de la ciudad, y que si ésta se apagaba ocurrirían cosas terribles… Nadie supo nunca qué significaba en realidad, y no se atrevían a apagarla para averiguar qué consecuencias traería.
Juliette y Jazmine, las hijas de Adara, fueron criadas por la mejor amiga de su madre, aunque ésta murió años después en extrañas condiciones. Cuando cumplieron doce años ya dominaban la magia a la perfección, y, con la ayuda de todos los ciudadanos que quedaban vivos, reconstruyeron Hiria por completo, pero sin tocar la Calabaza Gigante. Como los portales ya estaban sellados, Hiria dejó de ser un mundo conector para convertirse en un nuevo mundo, convirtiéndose así en Maryocu Machi, lo que supondría un antes y un después en la historia.
Hoy, la escuela de magia de Maryocu Machi está por fin terminada y abre sus puertas a todo tipo de estudiantes de magia, sin hacer distinción entre razas, salvo con los humanos, los cuales no poseen la capacidad de hacer magia. Aún así, si algún humano se llegara a colar en este mundo por error, la misión de los ciudadanos sería la de protegerlo, y nunca la de aniquilarlo. Juliette es la directora de esta escuela, al igual que también desempeña el papel de profesora junto con su hermana Jazmine.


Paz sí, pero… ¿hasta cuándo?
Todos los ciudadanos de Maryocu Machi que presenciaron la Gran Guerra viven con el miedo de que ésta se repita. Saben que Juliette conoce todos los hechizos de su madre y que, en caso de que algún portal se abriera, ella sabría cerrarlo de nuevo, pero… ¿cómo era posible que los portales se abrieran de nuevo?
Cuando el líder de algún mundo fallecía sin haber dejado descendencia, el portal de este mundo se abría automáticamente, permitiendo la salida de criaturas, pero no la entrada. En caso de que los habitantes de algún mundo se rebelaran y mataran al líder, les resultaría muy fácil atacar al resto de mundos, ya que sólo tendrían que matar a Juliette para así poder traspasar todos los portales y matar a los líderes restantes.
Juliette conocía las preocupaciones de cada ciudadano y había decidido formar un grupo de “elegidos” cuando la escuela poseyera cierto número de estudiantes. Los “Elegidos” tendrían que ser alumnos con buen corazón y dispuestos a aprender cosas nuevas y a luchar por la paz costara lo que costase. Ellos se encargarían de cerrar de nuevo los portales que fueran abiertos por la muerte de algún líder y de luchar contra los posibles invasores.
Nadie conocería la existencia de este grupo de defensores de la paz, al igual que tampoco sabían que Jazmine también planeaba crear un grupo de estudiantes completamente distinto al de los “Elegidos”. Los integrantes de este grupo tendrían que poseer unas características contrarias a los “Elegidos”, y no deberían ser personas asustadizas ni débiles, ya que su misión era la de someter a su voluntad a las otras razas y así gobernar sobre todos los mundos.


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